“Cuando fui mamá, entendí cuando mi mamá me decía que “un hijo duele las
entrañas”. Desde el momento que supe que iba a ser mamá deje de ser yo,
todo en mi cambió. Mi corazón está anclado al ser que tuve dentro de mí
y que ahora me dice: “mamá, te amo”. Desde ese momento mi corazón es
como en “carne viva”, rojo, grande, vivo, es feliz pero a la vez ya no
está tranquilo…, todo le duele…, todo es intenso, lo siento todo el tiempo…
Los primeros meses con este ser tan diminuto, al que uno no puede creer amar y sentir tanto y tantas cosas, tanta felicidad y tantos miedos tuvieron duros momentos: volver al trabajo después de la licencia, vacunarlo y llevarlo el primer día a la guardería, fueron días de intenso dolor. Y digo primer día de la guardería, porque aunque aún lo llevo a ese lugar y siento cada día que dejo en ese lugar un pedazo de mí, ya no lo llevo a la guardería, lo llevo a un espacio mágico, maravilloso, feliz, tranquilo y lleno de amor.
En LaCasa me han transmitido y enseñado con paciencia y dedicación, que el amor con coherencia me ayudará a ser una excelente guía para ese ser que todo lo ama, todo lo explora, todo lo juega, todo lo expresa. Me han enseñado que el mundo de los niños es mágico y que es posible regresar a ese mundo para compartir con esa “pulga” todas sus fantasías. Que el amor, la felicidad y el respeto son la base de todo, también me han enseñado que la norma, la firmeza y la disciplina no son incompatibles al amor, al respeto y a la paciencia. Que cada día y cada momento son importantes, que hay que “ser” y dejar “ser”… que ser mamá es ser mujer, ser esposa… ser yo.
Haber encontrado este espacio mágico se resume en dos sentimientos: tranquilidad y agradecimiento, con las “hadas madrinas”, con ese espacio, con dios, con la vida, y con el universo. La mejor forma de verificarlo, es que esa “pulga mía”, lleno de amor, ser de luz y transparente, sonríe y es feliz en este espacio, llega como a “Su Casa”… ¡y eso para mí lo es todo!”
Sara Velásquez
Mamá de Pablo Ramírez
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Los primeros meses con este ser tan diminuto, al que uno no puede creer amar y sentir tanto y tantas cosas, tanta felicidad y tantos miedos tuvieron duros momentos: volver al trabajo después de la licencia, vacunarlo y llevarlo el primer día a la guardería, fueron días de intenso dolor. Y digo primer día de la guardería, porque aunque aún lo llevo a ese lugar y siento cada día que dejo en ese lugar un pedazo de mí, ya no lo llevo a la guardería, lo llevo a un espacio mágico, maravilloso, feliz, tranquilo y lleno de amor.
En LaCasa me han transmitido y enseñado con paciencia y dedicación, que el amor con coherencia me ayudará a ser una excelente guía para ese ser que todo lo ama, todo lo explora, todo lo juega, todo lo expresa. Me han enseñado que el mundo de los niños es mágico y que es posible regresar a ese mundo para compartir con esa “pulga” todas sus fantasías. Que el amor, la felicidad y el respeto son la base de todo, también me han enseñado que la norma, la firmeza y la disciplina no son incompatibles al amor, al respeto y a la paciencia. Que cada día y cada momento son importantes, que hay que “ser” y dejar “ser”… que ser mamá es ser mujer, ser esposa… ser yo.
Haber encontrado este espacio mágico se resume en dos sentimientos: tranquilidad y agradecimiento, con las “hadas madrinas”, con ese espacio, con dios, con la vida, y con el universo. La mejor forma de verificarlo, es que esa “pulga mía”, lleno de amor, ser de luz y transparente, sonríe y es feliz en este espacio, llega como a “Su Casa”… ¡y eso para mí lo es todo!”
Sara Velásquez
Mamá de Pablo Ramírez
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